Treses microcuentos, tres géneros

Microcuento de referencia para los demás: 

El infierno

Serás un monje obediente. No disfrutarás mucho de la tarea, pero sabrás que lo estás haciendo para ser mejor persona y tener un lugar en el cielo cuando mueras, pues no querrás ir al infierno. No pensarás en el disfrute y la felicidad de la vida, ya tendrás mucho tiempo para hacerlo en el cielo.

Tres versiones de “El infierno” en tres géneros distintos:

Final feliz (género realista)

Finalmente tomé el coraje que necesitaba y decidí por primera vez en mi vida hacer algo que tuviera sentido. Si no fuera por la Chela, hoy seguiría sumergido en las drogas, por no decir muerto. Ella siempre me quiso mucho y se esforzaba por salvarme, por sacarme del pozo en el que estaba, pero yo siempre fui tan terco que ni la escuchaba, me era imposible prestarle atención sin enojarme. ¿Viste como es esto, no? Todo el mundo siempre quiere opinar de la vida de los demás, y yo ya estaba cansado, que se yo, me hartaba. Pero Chela era distinta a los demás, ella siempre era buena conmigo, aunque yo le hablara mal. A pesar de todo me cuidaba la vieja, siempre era atenta y bondadosa. Hasta que un día se murió, así sin más. Y bueno ahí fui al entierro y cuando terminé de rezar, miré hacia el sol y ahí estaba ella, la Chela me empezó a saludar desde el cielo. Algunos dicen que miento, pero yo la vi, estoy seguro, era una imagen súper clara, así como el agua, bien transparente y concreta. En ese momento finalmente entendí todo, al fin me había llegado mi misión y ahora mi vida tendría un sentido. Chela se había ido y yo nunca le había hecho caso, y eso que ella siempre había sido muy buena conmigo. Así que ahora mi misión sería hacerme monje para salir del pozo y estar más cerca del cielo, o sea más cerca de la Chela. Aguardaría pacientemente sin pensar en nada, sin cuestionarme nada, ni pensar en la felicidad hasta la muerte. Y cuando muriera me encontraría nuevamente con la viejita que quiero tanto; le pediría perdón por haberle hablarle mal y no hacerle caso y finalmente podríamos ser felices.

Plegarias de algún monje (género lírico)


Dios que me cuida,
Dios que me ama,
Dios que me mima,
Dios que me acompaña.

Juro ante ti que siempre te seré fiel,
mi mayor anhelo es un lugar en el cielo,
sólo en eso pensaré,
pues es mi único deseo.

Nunca nada me cuestionaré,
acercarme a ti es lo único que quiero,
en el disfrute no pensaré
y juro siempre repetir el credo.


Ya era hora (género realismo mágico)


Se acomodó en la esponjosa y cómoda nube y suspiró. Fue un suspiro de alivio, fue un suspiro de emoción. ¿Cuánto tiempo había estado esperando ese momento? Pensó en el largo período que había vivido sin ganas, sin deseo. Luego pensó en la muerte y le dio un poco de bronca. Había pasado largos años persiguiéndola, pero ésta se escondía y huía sin cesar para que él no la pudiera alcanzar, como si de un juego se tratara. Hasta que Marcos logró atraparla, por fin había llegado su hora. Se despojó de sus ropas de monje cargadas de mugre y hedionda melancolía y se sintió mucho más liviano, como si hubiese estado soportando toneladas de tela sobre su cuerpo por décadas. Quedó desnudo y se alegró del inmenso cielo que tenia ante sus ojos. Por primera vez en mucho tiempo se sintió feliz e impregnado de deseo.

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