Lecturas que dejan una cicatriz


Se me propuso que pensara en tres escenas de lectura que de cierto modo me hayan marcado, que hayan influido en gran medida en mi persona, y rápidamente se me vinieron a la mente dos escenas. Sin embargo la tercera no la logro encontrar y como no quiero rellenar el espacio con una lectura que no me haya marcado realmente, procederé a contar sobre las dos primeras.
 La primera fue en mayo de 2017, no recuerdo exacto que día. Por esa época yo estaba empezando a concientizarme acerca del activismo vegano y vegetariano. Cada vez conocía más gente de mi alrededor que se hacía participe del movimiento y eso me incentivaba a ir proveyéndome  de más  información acerca del tema.  Cada vez coincidía más con la ideología, y mi deseo era sumarme al activismo. Pero todavía mi comodidad era mayor a mis convicciones, necesitaba de algo que me diera un impulso para empezar, el primer empujoncito.  
Fue entonces cuando un día, divagando por Instagram, leí al pasar un pequeño texto que había escrito una conocida mía. En el momento fue un texto más de los cientos  que leo en las redes diariamente: paso por desapercibido.
Al día siguiente almorcé con mi mamá milanesa de carne, seguramente con ensalada. Estaba de buen humor, pues la milanesa era una de mis comidas favoritas. Cuando  iba por la mitad de la milanesa, y estaba a punto de meterle fondo; de repente  se me vinieron a la mente  las palabras que creí que me habían pasado por desapercibidas acompañadas de un sentimiento de culpabilidad. No pude terminar la milanesa, quedó por la mitad. Fue el ultimo pedazo de carne animal que comí hasta hoy en día.
Lo que decía el texto lo recuerdo muy poco, sin embargo lo que me hizo sentir esa lectura, me marco profundamente.
Lo poco que me acuerdo del breve escrito es que ella contaba que su abuelo le había preguntado por qué era vegetariana, y  le había respondido algo así como que era una forma de revelarse contra el mundo, contra las injusticias, que iba mucho mas allá de este movimiento en particular; que este era una forma de visibilizar una lucha, un grito de las nuevas generaciones contra todas las injusticias impuestas con las que nos toca vivir.
No sé muy bien cómo ni  por qué me marco ese texto en particular (habiendo yo leído tantas cosas sobre vegetarianismo) pero el hecho es que algo en mí tocó y ese toque fue el impulso que necesitaba para hacerme vegetariana.
Por otro lado se me vino a la mente una lectura más reciente. Se trata del libro “Biografía del Hambre” de Amélie Nothomb. Lo leí a comienzos del 2020.
Yo no suelo leer muchos libros, porque me desconcentro  fácilmente cuando lo hago. Sin embargo eran vacaciones de verano y tenía mucho tiempo libre, así que le pedí a mi mamá que me eligiera uno de sus tantos libros para pasar el rato. Así fue como me dio “Biografía del hambre”, libro del cual me enganché tan rápido como lo abrí. En este, Amélie narra sobre su historia personal, haciendo énfasis en su infancia. Me cautivó su forma de escribir. Las palabras se entrelazaban de una  manera  hermosa y encajaban perfectamente unas con otras. Era súper bello y además  fácil de entender.
La escritora tenía una forma excepcional de percibir al mundo, de percibir la belleza. Vivía y amaba de una manera tan intensa y apasionada, que me dejaron boquiabierta.
La marca que me dejo esta lectura es probablemente la de las ganas de seguir leyendo y poder imitar su forma tanto de escribir como de sentir.

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